El primer documento que hace referencia a nuestra corporación nazarena data de 1682, donde se habla de la ‘Hermandad del Santo Cristo de la Columna de la Iglesia de la Merced’. La Cofradía de los Gitanos es la quinta corporación nazarena más antigua de la ciudad, y la decimoquinta en ingresar en la Agrupación.
Historia
No es hasta 1799, cuando se vuelve a contar con otro documento. En ese mismo año, el gremio de herreros, mayoritariamente de etnia gitana, convoca un concurso público para la realización de la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Columna, y al que se presentaron los escultores Mateo Gutiérrez y Francisco de Paula Gómez Valdivieso, siendo este, el elegido en el cabildo de hermanos celebrado el 2 de febrero de ese año, y concertándose el trabajo por 1.400 reales de vellón.
La imagen de Valdivieso estaba considerada una de las mejores tallas de la ciudad de Málaga. La escultura es de tamaño natural y fue concebida dentro los principios estilísticos del barroco, a pesar de su que se realización se data en 1799. El Cristo está de pie, con pureza tallada, atado a una columna maciza de fuste liso, con la cabeza reclinada y pelo natural, como mandaban los cánones de la época, siglo XVIII.
La actividad de la Hermandad se centraba en el ejercicio de la caridad, en especial dedicándose al entierro de hermanos; siendo la primera Cofradía de la ciudad en realizar entierros en cementerios, desterrando así la práctica habitual de dar sepultura a los fallecidos en iglesias.
El Cristo no es procesionado hasta bien avanzado el siglo XIX; acompañado, en la mayoría de las ocasiones, por la Señora del Traspaso y Soledad de Viñeros, que también tenía su sede en la iglesia de la Merced.
En las primeras décadas del siglo XX, la Cofradía se caracteriza por la irregularidad de sus salidas procesionales, debido a los escasos recursos. En 1924, se produjo un gran revuelo en la ciudad, al incorporarse la popular Cofradía de las Gitanos al concierto de las Hermandades de Semana Santa, por el pintoresquismo que ponía la gente de raza gitana, en el acompañamiento al Señor de la Columna, llamando así la atención de los medios de comunicación de la época. Tanto es así, que el Diario ‘Información’ de Madrid de ese mismo año, editó un extenso artículo con el regreso de la popular Cofradía de los Gitanos al panorama cofrade de aquel tiempo. Ciento cincuenta nazarenos de etnia gitana, acompañaron ese año al Cristo calé tras una década sin salir por las calles de la ciudad.
En los sucesos del 11 y 12 de mayo, de 1931, los gitanos y vecinos de las zonas colindantes al templo de la Merced, intentaron salvar la talla de la gigantesca pira, a las puertas del mismo, pero los intentos fueron inútiles, y el Señor fue pasto de las llamas. La leyenda cuenta que un brazo del Cristo y una peluca se salvaron de la quema, y que ambos fueron a parar a tierras catalanas. La Hermandad pierde todo su patrimonio, salvándose únicamente los cuatro angelitos que tallara Valdivieso para la peana del Señor, y que se encontraban en la casa de Doña Dolores Ranea, gran benefactora de la Corporación en esa época.
Tras la Guerra Civil, la Institución se reorganiza y expone un cuadro en recuerdo del desaparecido en la quema de conventos de Málaga. Corría el año 1939, y la Cofradía encarga la imagen del Señor a Manuel Oliver Rosado, aunque posteriormente sería sustituida por la baja calidad artística de la misma.
A día de hoy, dicha talla se encuentra en la localidad malagueña de Canillas de Aceituno, localidad malagueña de la zona de la Axarquía, donde se le profesa una gran devoción.
El Cristo no es procesionado hasta bien avanzado el siglo XIX; acompañado, en la mayoría de las ocasiones, por la Señora del Traspaso y Soledad de Viñeros, que también tenía su sede en la iglesia de la Merced.
En las primeras décadas del siglo XX, la Cofradía se caracteriza por la irregularidad de sus salidas procesionales, debido a los escasos recursos. En 1924, se produjo un gran revuelo en la ciudad, al incorporarse la popular Cofradía de las Gitanos al concierto de las Hermandades de Semana Santa, por el pintoresquismo que ponía la gente de raza gitana, en el acompañamiento al Señor de la Columna, llamando así la atención de los medios de comunicación de la época. Tanto es así, que el Diario ‘Información’ de Madrid de ese mismo año, editó un extenso artículo con el regreso de la popular Cofradía de los Gitanos al panorama cofrade de aquel tiempo. Ciento cincuenta nazarenos de etnia gitana, acompañaron ese año al Cristo calé tras una década sin salir por las calles de la ciudad.
Descartada la talla de Rosado por la comisión artística del Obispado de Málaga, se encarga una nueva, al escultor malacitano y gitano, Juan Vargas Cortés (1900-1980). En la Semana Santa de 1942, se procesiona por primera vez la nueva imagen del Cristo de la Columna; fue tanto el entusiasmo de los presentes ante la contemplación de la nueva talla, que durante el regreso del cortejo, a su nueva sede canónica en la Iglesia de los Santos Mártires, intentaron, a hombros, introducir al escultor en el mismo templo.
El autor, Vargas, se inspira en la anterior imagen de Valdivieso; rompiendo las tradicionales formas barrocas, el escultor le imprime menos dramatismo, y marca más su perfección anatómica, con respecto a la desaparecida en los sucesos de 1931. El nuevo Cristo de los Gitanos es un ejemplo de la renovación de la imaginería malagueña de la posguerra civil, aunque sin dejar a un lado los postulados del barroco.
Entre los años 1979 y 1980, el famoso escultor sevillano Francisco Buiza (1922- 1983), tuvo que realizar una restauración intensa de la talla del Señor de la Columna, debido al mal estado que presentaba. Se le colocaron nuevos rizos y unas nuevas manos, diferentes a las primitivas. La policromía también sufrió importantes cambios.
La Hermandad nunca había contado con una imagen mariana. En los años 40, se llevaron a cabo varios, y serios intentos de unir al Cristo de la Columna, a una dolorosa. Sería en la Semana Santa de 1970, cuando María Santísima de la O, obra del sevillano Francisco Buiza (1922-1983), procesionara como Madre del Señor de los Gitanos, y sobre el trono de la Virgen del Traspaso y Soledad de Viñeros, prestado generosamente para la ocasión.
Como dato curioso, las dos tallas de Buiza, la Señora de la O, y la del Traspaso y Soledad de Viñeros, comparten un parecido notable, y ambas vinieron a Málaga juntas, en el mismo vehículo.
María Santísima de la O es una bellísima imagen con una clara expresión de dolor en su rostro, con profundos rasgos que hacen llegar a lo más hondo de los sentimientos a los devotos de la Reina y Señora del barrio de la Cruz Verde.